Un punto azul pálido. Así es como tituló Carl Sagan uno de los mejores libros de divulgación científica, haciendo referencia a la fotografía capturada por la Voyager I de la Tierra, como una mota azul flotando en la inmensidad del espacio. Pero este diminuto punto azul es nuestro planeta, es nuestro hogar, un hogar que debemos cuidar para nosotros y las futuras generaciones.
Cada año maltratamos nuestro planeta y dañamos la biodiversidad que lo diferencia del resto del universo conocido. Cada año se producen manifestaciones y se celebran convenciones que abogan por la defensa del medio ambiente. Pero también, cada año nos damos cuenta de que no son suficientes las medidas que se están tomando ya que vemos los dramáticos efectos del cambio climático, como por ejemplo situándonos en un aumento de la temperatura de 1,3 ºC en España durante los últimos sesenta años, según cuenta AEMET. Asimismo, la UINC (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) ha documentado la desaparición de 581 especies animales desde el inicio del siglo XXI e incluso el hielo marino de la Antártida alcanzó mínimos históricos en tamaño y extensión este invierno pasado. No son simples datos alejados de nuestro día a día, son realidades muy complejas que amenazan la vida que conocemos en la Tierra en general y nuestra existencia en particular.
Por ello no hay que esperar más. Los jóvenes debemos luchar por el futuro, porque somos el futuro. Somos nosotros quienes tenemos que reivindicar la importancia del cuidado de nuestro hogar como lo que realmente es: el único lugar en el que ha surgido la vida de todo el universo que conocemos. Cada uno tiene en sus manos la capacidad de hacer pequeñas o grandes acciones, todas ellas trascendentales. Y no debemos perder el tiempo, el reloj apremia.
¿Entonces qué hacer? Se puede empezar con pequeñas elecciones que podemos tomar día tras día. A nivel particular apliquemos las tres R que siempre se nos han enseñado: Reducir, Reutilizar y Reciclar. También debemos buscar que nuestra vida sea saludable y respetuosa con el medio ambiente. Reduzcamos el consumo de carne, que es una de las principales industrias contaminantes del planeta; compremos productos de calidad y cercanos, que evitan tener que transportar productos de otras partes del planeta; trasladémonos en transporte público o en bicicleta… Todas son buenas opciones, beneficiosas para nuestra salud y para la salud del medio ambiente. A nivel empresarial y estatal las decisiones tampoco son precisamente nimias. Se tiene que luchar para que el estado intervenga y aplique políticas éticas y medio ambientalistas que frenen a las empresas que solo se marcan por sus valores económicos: empresas petrolíferas, ganaderas, tecnológicas, inmobiliarias, etc. En esta búsqueda de mejores valores por la defensa de la naturaleza el ser humano volverá a encontrarse con la ética que el mundo actual está perdiendo porque, sobre todo, debemos ser conscientes de que solo nosotros podemos salvar nuestro planeta. Es nuestro punto azul.
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